La presidenta de la Fundación Estrellas Amarillas en Corrientes, Graciela Soto Ortiz, recibió un reconocimiento en la Cámara de Diputados por su trabajo de concientización vial y apoyo a familias de víctimas de siniestros viales. En vivo en Canal 5TV, contó su historia personal que inspiró a la creación de una red solidaria con más de 300 estrellas pintadas en la provincia.
La Cámara de Diputados de Corrientes homenajeó a Graciela Soto Ortiz, presidenta de la Fundación Estrellas Amarillas, por su destacada labor en la educación y prevención vial. En vivo en Canal 5TV, compartió su conmovedora historia personal en Canal 5TV. Recordó cómo el dolor de perder a dos hijos en un siniestro vial la llevó a fundar una red solidaria que busca justicia, memoria y prevención en el tránsito.
El 16 de enero de 2009 marcó un antes y un después en su vida: “Era la madrugada, cerca de las 3, cuando tres de nuestros hijos iban como acompañantes en un automóvil que fue colisionado por otro en la Avenida Independencia y Castelli de Corrientes. Lamentablemente, falleció mi única hija mujer, Zaira Scotto, de 17 años, junto con su hermano Gonzalo, de 20, y el conductor del auto que los había pasado a buscar en la puerta de mi casa”, recordó conmovida.
Entre el caos, los médicos identificaron que uno de sus hijos aún tenía signos vitales: “Decían que había uno que aún respiraba y que debían llevarlo al Hospital Escuela. Era mi hijo Gerónimo, de 19 años. Lo ingresaron en coma profundo con esperanza de vida nula; le colocaron un respirador para mantenerlo vivo”.
Con palabras cargadas de dolor, narró cómo vivió esa noche: “Pasé la noche entre dos cajones, los de mis hijos, y cada hora me trasladaba al hospital para ver si el respirador de Gerónimo seguía funcionando. Si no, tendría que sumar otro cajón más”.
Tras el entierro de sus otros dos hijos, Graciela enfrentó una nueva batalla al lado de Gerónimo: “El personal del hospital hizo una excepción y me permitió quedarme en la terapia intensiva. Ahí viví lo que parecieron años, hasta que un día despertó. A partir de ese momento comenzó otro calvario: dos años de recuperación, operaciones y terapias para reconstruirlo, enseñarle a caminar y a comer nuevamente”.
En medio de esta tragedia, tomó una decisión difícil con su hijo menor, Lautaro, de 14 años: “Creí que lo mejor era que saliera de la casa. Que nos dejara a su padre y a mí acompañar a Gerónimo. Hoy, con 30 años, es un excelente chico y logró todo por sí solo”.
Dos años después de la tragedia, Graciela decidió dar un paso al frente: “Cuando empecé a retomar las riendas de mi vida, me pregunté: ¿Por qué pasa esto? Sabía que no era la única. Decidí ir casa por casa, hablar con otras familias que habían pasado por lo mismo y decirles: ‘Estoy acá, a mí me importa. Sé lo que están pasando. ¿Quieren acompañarme?’”.
Así nació la Fundación Estrellas Amarillas, un proyecto que lleva más de 300 estrellas pintadas en calles y rutas de Corrientes. “Cada estrella tiene un mensaje: evitar que otra familia pase por lo mismo. Queremos que alguien vea una estrella y piense: ‘No quiero ser este, ni que mi ser querido lo sea'”.
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