Como reza el dicho popular “El que no sabe es como el que no ve”, por tanto si no sabemos ni vemos, no estamos en condiciones de enfrentar con éxito las cosas que nos pasan.
MALTHUS TUVO LA CULPA
Si le preguntáramos a cualquier analista, dirigente o militante social o político progresista, ¿cuál es concepción en la que se enrola Javier Milei?, seguro dirán que es un anarco-capitalista, o libertario o capitalista perverso o que es parte de la derecha más extrema y cruel o nazi-fascita. Todas las respuestas son una verdad a medias, por lo que debemos explorar otras variantes que vienen imponiéndose con fuerza en el mundo y que no son por lo general objeto de análisis.
En mi modesta óptica, Milei adscribe a la idea NEOMALTHUSIANA, corriente que aspira reducir la población mundial.
En su momento THOMAS MALTHUS, planteó sin bases científicas que el crecimiento poblacional estaba por encima del crecimiento de los alimentos. Afirmando que la población crece en progresión geométrica y los medios de subsistencia, en circunstancias favorables, aumentan en una progresión aritmética y ello lleva al colapso social. Sobre todo porque los pobres se multiplican, aún en condiciones de miseria, por su irresponsabilidad, teniendo hijos (le suena?)
Por ello se oponía a las LEYES DE POBRES INGLESAS (una suerte de renta básica universal) que para Malthus suponían una carga innecesaria para el Estado en forma de ayuda a padres e hijos con costos innecesarios.
DONDE HAY UNA NECESIDAD, NUNCA HAY UN DERECHO: Lo que se resume en lo siguiente: “un hombre que nace en un mundo ya ocupado, si sus padres no pueden alimentarlo y si la sociedad no necesita su trabajo, no tiene ningún derecho a reclamar ni la más pequeña porción de alimento (de hecho, ese hombre sobra). En el gran banquete de la Naturaleza no se le ha reservado ningún cubierto. La naturaleza le ordena irse y no tarda mucho en cumplir su amenaza.”
NEOMALTHUSIANISMO: FUNDACIÓN ROCKEFELLER, EUGENESIA Y CONTROL POBLACIONAL.
Previo a la 2da. Guerra Mundial, esta concepción, es receptada por sectores del poder económico mundial, que constituyen en torno a la F.R. un think tank en California que inicia prácticas eugenésicas para el control poblacional, y financian un centro en Alemania, en el que se desempeñaba Josef Mengele (el ángel de la muerte), que pasó luego a dirigir el campo de concentración de Auschwitz.
Todo este proceso, alcanza un punto culminante con la aparición en 1968 del libro “THE POPULATION BOMB” o la “BOMBA P”, de un ignoto investigador especialista en mariposas, llamado PAUL RALPH EHRLICH que se hizo muy conocido (aunque muchos dudan de su autoría), en el que afirmaba que la población humana pronto aumentaría hasta el punto en que sobrevendrá la inanición masiva.
Consideraba que “Debemos tener control de la población doméstica, con suerte a través de un sistema de incentivos y sanciones, pero por compulsión si los métodos voluntarios fallan. Debemos usar nuestro poder político para impulsar a otros países a ejecutar programas que combinen el desarrollo agrícola y el control de la población.” “Las medidas voluntarias que he respaldado incluyen la disponibilidad lo más fácil posible del control de natalidad y el aborto”. En 1967, había expresado que la ayuda solo debería otorgarse a aquellos países que no se consideraban “sin esperanza” para alimentar a sus propias poblaciones.
La combinación de esas concepciones, más el libro “LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO”, encargado por el CLUB DE ROMA, elaborado por el MIT 1970, en cierta medida originan el movimiento ecologista, pero además conforman el sustento de la principal hipótesis de conflicto del poder mundial, en base al supuesto de que su poderío bélico puede vencer en todos los terrenos, pero no anular la natural tendencia de los pobres a reproducirse.
Quizás Milei, animado de dichos paradigmas, deliberadamente niegue alimentos a los necesitados y a los niños, medicamentos y terapias a los enfermos, atención a los discapacitados, despida trabajadores, reduzca los salarios y diga que los jubilados ganan demasiado.
En ese contexto los “sin esperanzas”, no tienen derecho a la salud, a la previsión y beneficios sociales, a la educación, mucho menos a seguir viviendo.
En cierta medida todas estas políticas son las que aplica el Gobierno Nacional, en cumplimiento del mandato supremo de reducción poblacional.
En otra entrega analizaremos cómo el ambientalismo y otros colectivos contribuyeron en el mismo sentido.
Ricardo Luis Mascheroni