Por: Fernanda Jara — En 2008 un joven universitario chileno propuso que existiera un día del año para “concientizar” sobre la existencia de animales desahuciados para ayudarlos de forma concreta.
En Argentina se estima que unos 20 millones de animales viven en la calle, entre perros y gatos. Nacen, viven y mueren a la intemperie sin conocer el calor de un hogar o una mano que los acaricie. Mientras eso sucede, se incrementan los criaderos (legales y clandestinos) y la lamentable idea de poner “de moda” a determinadas razas, generalmente, alteradas genéticamente para darles características atractivas y hasta pocket.
Para hacer visible la realidad que padecen aquellos millones sin hogar, por idea de un estudiante universitario chileno, desde el año 2008, cada 27 de julio se conmemora el Día Internacional del Perro Callejero. La fecha tiene el objetivo de concientizar sobre la vida de sufrimiento de estos nobles seres condenados a una vida penosa en las calles, donde crecen y mueren, generalmente, golpeados, atropellados, por hambre, enfermedades y un largo y penoso “etcétera”. La elección del día no fue azarosa sino que corresponde con el período más gélido del hemisferio sur y la intención de empatizar al comparar el propio frío en el cuerpo e imaginar cómo lo vivirán ellos.
“Son unos cuantos millones más de lo que se determinó en 2018, y ya pasaron seis años. Entonces esos seis millones hoy están muy por encima. Y los 20 millones -que fue el estimativo en el país en ese año- también deben estarlo porque, en este momento, no hay ninguna política pública a nivel nacional que parta desde el Estado de manera activa. Antes existía el programa Pro-Tenencia, que recorría el país, pero no sabemos si este gobierno lo continúa”, asegura Darián Noto, presidente de la Comisión de Comunicación de la Red de Políticas Públicas, que brinda asesoramiento en políticas públicas tendientes al equilibrio poblacional de perros y gatos, vinculado a la protección animal y de los humanos.
“Lo hemos implementado en algunos municipios, un número minoritario respecto a la cantidad de municipios que hay en la Argentina o en la provincia de Buenos Aires, por lo que podemos entender que esa cifra no se ha considerado, no se ha modificado considerablemente hacia abajo sino todo lo contrario: se ha incrementado la cantidad de animales en situación de calle. Pero, sí se incrementaron los lugares en donde implementan políticas públicas económicas, eficientes y éticas”, explica la militante por los derechos de los animales.
Asimismo, detalla cada punto: “Hablamos de un programa de equilibrio poblacional económico porque con muy poco dinero, usándolo de manera racional, porque es dinero del erario público, se logra resolver el problema sin entrar en gastos faraónicos, que no tienen ningún tipo de sentido. Es ético porque el método de equilibrio poblacional es la castración, a diferencia de otros lugares en el mundo, de la región, en Latinoamérica e inclusive en Argentina de los años 90, cuando se utilizaba la muerte como mecanismo de control poblacional. En este caso, el equilibrio es por medio de la castración y la prevención. Es eficaz porque resuelve el problema de raíz”.
Equilibrio poblacional como solución real
La mayoría de los municipios del país implementan algún programa de castraciones, pero ahí es donde yace la diferencia más notable porque aunque haya planes de castraciones, no es lo mismo castrar que implementar un esquema de castraciones eficientes que resuelva y que equilibre, fundamentalmente, la cantidad de nacimientos con la cantidad de hogares disponibles para recibir esos animales.
“Fundamentalmente, fallan en las características primordiales: castraciones gratuitas, masivas, extendida en todo el territorio, no excluyente ni discriminatoria, tempranas (antes del primer celo), sistemáticas y extendidas en el tiempo”, subraya la activista. Quien agrega que, actualmente, el programa de la Red se está implementando en algunos municipios de Buenos Aires (Saavedra, Pigüé, Almirante Brown, Lomas de Zamora) donde se está comenzando a trabajar en ese sentido.
“Esto hace que se logre equilibrar la población de perros y gatos. Y cuando hablamos de equilibrar decimos equilibrar la cantidad de nacimiento de perros y gatos con la cantidad de hogares disponibles para recibir a esos cachorros. En una situación de sobrepoblación, por supuesto que uno no puede albergar esa cantidad de nacimientos. Entonces, nacen y se quedan en las calles, donde abundan, o mueren porque no existe ese equilibrio”, sostiene.
“De este modo, el programa de equilibrio poblacional logra resolverlo de manera integral, mejorando la calidad de vida de la población humana como del resto de los animales, no sólo de perros y gatos, sino también del resto de la fauna que se ve afectada por la sobrepoblación de perros y de gatos. Hago esta diferencia entre las políticas que la mayoría de los municipios tienen y políticas realmente eficientes porque la mayoría castra, pero no es suficiente porque discriminan a quienes llevan a varios animales; o si van muchas veces, se les pide certificados de pobreza y otras veces hay trabas y obstáculos burocráticos que lo único que hacen es seguirlos, sosteniendo y agravando la sobrepoblación. Existen también mitos a derribar como no castrar a perras de 5 años, ni de 6 meses: o les dicen que tiene que tener un celo antes y que al macho no se lo castra porque es macho, pero son los que mayor incidencia tienen”, explica. Y suma: “Ahí tenés una serie de defectos en la configuración de un programa de una política pública que luego termina arrojando resultados absolutamente deficitarios, en términos de lo que se necesita la población, la comunidad, y la propia naturaleza de las especies (perros y gatos)”.
Al respecto Noto señala: “Nosotros, los seres humanos, somos responsables de equilibrar esas poblaciones porque fuimos quienes domesticamos a esas especies y las involucramos a nuestras comunidades humanas, de manera que es una responsabilidad irrenunciable la que tenemos con los perros y los gatos”.
Como solución, desde la Red impulsan la adopción e implementación del programa de equilibrio poblacional que logra resolver de raíz y de manera económica, eficiente y ética el problema de la sobrepoblación.
Algunas cifras
En Buenos Aires, al menos hasta el 2018, año en que el Colegio de Veterinarios de la provincia hizo su estudio, se estimaba que el número era de 6 millones de perros en situación de calle. “Si tenemos en consideración que el crecimiento de las poblaciones, tanto de perros como de gatos, es geométrico exponencial, es decir, que uno podría imaginarlo como un ensanchamiento, como un río que se va abriendo y que su boca cada vez se va haciendo más ancha. A diferencia de, por ejemplo, la reproducción de los seres humanos, que es aritmética porque las personas tienen un parto por año; en cambio, las perras no y en cada uno pueden tener entre seis y ocho crías, siendo el promedio es seis cachorros. Entonces, esa cifra de 2018 (a la que se llegó por medio de un estudio, que suponemos fue bastante conservador porque lo realizó el Colegio Veterinario) y el estimativo de que en el país el total es de 20 millones de perros en situación de calle, podemos concluir que esa población no ha parado de crecer de manera descontrolada, por la misma naturaleza de la reproducción geométrica exponencial de los perros”, explica Noto de la ONG Red de Políticas Publicas.
En Mendoza —que fue pionera en la Argentina al sancionar la ley 7.603 (que prohíbe la matanza como método de control poblacional y establece la esterilización quirúrgica gratuita)— el porcentaje de perros sin hogar aumentó y hasta 2023 se contabilizaba que de los 500.000 que hay en toda la provincia, sólo el 20% tiene hogar; es decir que unos 400.000 canes viven en situación de calle.
Además, según los datos del censo 2021, en la ciudad de Córdoba unos 50 mil perros no tenían un hogar. En tanto, en Tierra del Fuego, la cifra es un poco más baja, ya que son unos 49 mil los canes en las calles. “El servicio de castración hoy es limitado y tiene que llegar a toda la comunidad”, consideró Mía Finocchio, integrante de la Red de Políticas Públicas de esa provincia, durante una sesión ordinaria local en la que se planteó la situación de los perros en las calles.
Asimismo, indicó que desde la ONG tienen “un número aproximado que puede variar”, en referencia a los 49 mil canes en las calles. “Nosotros planteamos lograr una castración anual. Tenemos todo lo necesario para solucionar esta problemática. Estaría bueno que los quirófanos móviles sean sin tumo para que el servicio llegue más rápido”, aportó y con respecto a los perros sin hogar, agregó: “Le estamos dando las herramientas a la sociedad para que colaboren. Hoy, las ONG no dan abasto. Debemos crear la figura del ‘perro vecinal’ y hablar también de la castración temprana para evitar el primer celo y, con eso, lograr cortar un poco los nacimientos”.
La historia
En julio de 2008, Ignacio Gac, un estudiante de periodismo de la Universidad de Santiago de Chile reflexionaba sobre el sinfín de “día de…” que existía en todo mundo y se cuestionó: “Si existe hasta el Día del Amigo con Derecho, ¿por qué no conmemorar a los perritos callejeros?”.
Eligió esta fecha porque julio es el mes más frío y de lluvias más intensas en su ciudad, por lo que durante esas semanas los animales están más expuestos a la muerte y padecen penurias inimaginables. Además de buscar hacer visible esta realidad, se enfocó en la adopción de perros como una opción posible para reducir la cantidad de los que andan por las calles.
¿Cómo lo hizo? Se valió de la masificación que comenzaba a tener en toda América del Sur la red social Facebook aunque no imaginó las repercusiones que su idea tendría: se animó a crear un grupo en el cual expuso el tema y para su sorpresa con las horas, el número de miembros se multiplicaba.
“Había miles de adherentes y mucha interacción. Lamentablemente, a Mark Zuckerberg no le gustaban esos ‘grupos’ con tanta gente y los borró todos. Sin embargo, la idea quedó”, contó a un portal chileno el joven que mientras reflexionaba a solas sobre la situación que padecían los perros, entendió que ”merecían un mejor trato” y deseaba que el resto de la sociedad se sumara a la iniciativa.
¿De qué manera? Cada uno aportó su granito de arena: pidió que fuera un día de solidaridad y no de protesta, que sirviera para ayudar a esos miles de animales (miles era la cifra en su país en ese momento) llevándoles comida, abrigo, pero también concientizando sobre la importancia de la adopción. Su propuesta se propagó rápidamente en América Latina y se extendió al mundo.
“El fin —aseguró— es motivar a todas las personas a ser conscientes de la existencia de los perros callejeros, ayudarlos de forma concreta y, a la vez, hacer ese juego publicitario que ayuda a la causa”. “El objetivo es que todos se muevan al respecto, no hay requisitos, no hay manifestación oficial, no hay que ser un acérrimo animalista. Todos podemos preocuparnos de aquellos perros de forma autónoma. Incluso puede ser entretenido, ya que puede ser un excelente panorama juntarse con los amigos a darles algo de cariño a estos animales, alimentarlos, darles abrigo, higiene, y ojalá haya adopciones”, se esperanzó entonces.
Además, aseguró que su propuesta trascendió las fronteras “quizás porque hay una necesidad y una cantidad creciente de personas que quiere satisfacer esta idea. Aunque falta mucho que hacer por los animales en general”.
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